Tengo un amigo que siempre que puede se sube a los árboles. Tengo una teoría. Creo que en alguna vida anterior fue el rey de una tribu de simios y que los días de luna llena éstos aúllan reclamando su presencia y él se sube a los árboles para oírles mejor.
Tengo una amiga que adora las golosinas, que hace la tarta de manzana que más me gusta, que se dedica a leer piedras y que le hubiera encantado vivir en los años 20, rodeada de vestidos con flecos, sombreros con encanto, cigarrillos imposibles y bailando charleston.
Tengo un amigo que saca unas fotos espectaculares y que cuida de mi amiga, la de los años 20.
Tengo una amiga que es muy dulce y pausada al hablar, que sabe mover las orejas, que le encanta caminar y que baila salsa como una profesional.
Tengo un amigo multidisciplinar, que tan pronto saca fotos como toca el bajo, te hace un diseño gráfico o te baila un cha-cha-chá.
Tengo un amigo que cuenta erasmus cual calorías, que odia las magdalenas, que tiene una novia rubia a la que no conoce y que convierte en un trailer de película todo lo que le ocurre.
Tengo un amigo de San Diego, que me habla en inglés y no hace más que viajar.
Tengo un amigo que es capaz de doblar su pulgar 180º o más, que sabe trabalenguas en catalán y que me enseña lugares secretos que no puedo desvelar.
Y esto sólo en Santander.
El próximo, quiero que cante jotas al revés.
Sigo haciendo pruebas con las pinturas y los rodillos nuevos. Esta vez no ha quedado un dibujo muy bien definido, está bastante difuso, pero me ha gustado el resultado. Para mí lo perfecto está en lo imperfecto y no me habría gustado más el resultado si hubiera quedado perfectamente lineal y marcado.
"Compañera,
usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo". Mario Benedetti.
