Por fin… el tranvía 28, cuestas y más cuestas, fados de fondo, calles con encanto con casas antiguas de techos altos. Carne a la piedra, menús baratos y sin embargo perfectos, chorizos ajenos ardiendo en llamas, caipirinhas cargados de gracia, cervezas y cuentacuentos. Pasteles de Belém, limonadas en agradables plazas, el ajetreo de la gente, la musicalidad de ese acento, la cantidad de gafas de pasta por m2, y todos esos alemanes. Gallos de colores, estatuas de elefantes, piscinas con forma del país, familias que cenan en silencio mientras cada uno lee su propio libro, y un alemán cantarín.
Y la cafetería de mi vida, como el salón de mi casa, de la casa de mis sueños
Y la mejor de las compañías
Ahora sí. Por fin. Lisboa.
martes, octubre 12, 2010
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2 comentarios:
¡Donde está el botón de Me gusta! no lo encuentro.
Nadie como tú expresa lo profundo con tanta sencillez. ¡Eres lo más!
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